Anonymousfinder


Hasta ahora, ningún científico ha conseguido captar una imagen de la bestia. Es una sombra, una nube de vapor, una nada. Sin embargo, y esto es lo inquietante, su existencia es indudable. ¿Qué bookcrosser de bien no habrá sentido o habrá creído sentir su aliento en la nuca mientras liberaba amorosamente un libro al pie de alguna estatua, o en un recodo de un callejón sombrío? ¿Cuál de ellos no le habrá maldecido, impotente, cuando veía sus libros cazados por él y sabía que jamás volvería a tener noticias de ellos?

Pues su principal alimento son los libros ajenos, que apila, acumula, amontona, acapara en sus oscuras guaridas, a la espera del mejor momento para devorarlos, siempre ávido, nunca harto.

Hay que decir, no obstante, que, al hablar de oscuras guaridas, los científicos no hacen sino suposiciones, no corroboradas, por desgracia, por ninguna prueba empírica: nadie ha logrado ver nunca el lugar donde se oculta la criatura tras sus fechorías predatorias. Tan sólo alguna hoja suelta, rota, desgarrada, de un libro, revoloteando miserablemente, da testimonio de su presencia en algún páramo desierto, tras su feroz ingesta de letra impresa. No es ésta prueba concluyente, pues jamás se han encontrado heces abundantes en celulosa en las proximidades. Esto ha llevado a algunos investigadores, más llevados por el afán poético que por el rigor científico, a aventurar la hipótesis de que la criatura, merced a un prodigioso sistema asimilatorio, aprovecha hasta la última tilde impresa, sin evacuar nada.

Su existencia está datada, al menos, desde la aparición de Bookcrossing, en 2001, aunque determinados rastros encontrados en las mastabas, amén de la biblioteca de Alejandría, hacen sospechar su presencia ya en tiempos de los egipcios.

Pero todo ello no pasan de ser meras hipótesis, palabras, pensamientos vanos llevados por el viento. Lo único cierto es que vuestros libros, vuestros amados libros no volverán a dar señales de vida, porque él habrá hecho presa en ellos para convertirlos en su obsesion y su alimento.

Y no podreis evitarlo, puesto que vuestra actividad favorita es su razón de ser.


Ingenuos.

Urtx

Curioso animalillo, con una extraordinaria capacidad para mutar, por pura diversión, en muchos otros, dependiendo tan sólo de lo que su fértil imaginación le dicte. Así, ha pasado por variadas naturalezas, incluida alguna de gran ferocidad, con marcado gusto por el hígado crudo, poco acorde a sus hábitos usualmente pacíficos.

Se trata de un pequeño mamífero, en consonancia con su breve nombre, de pelaje multicolor, excepto una coronilla despejada, lo que le produce la obsesión de tener cualidades de santo, cosa que le llena de justo regocijo. Entre sus rasgos más característicos destaca el bilingüismo, que cultiva con tal entusiasmo que incluso se atreve con idiomas cuya ignorancia suple a base de tozudez. Es amante de los bosques vírgenes, la alta montaña y sus ríos y fuentes, en tanto hábitat de bichos interesantes y, por consiguiente, comestibles. Manifiesta igualmente su afición por los estanques soleados, donde gusta de flotar largas horas entre dos aguas, el sol en la coronilla, sin más actividad aparente que abrir la boca, para que sus moradores se introduzcan en ella y le sirvan de almuerzo. Esta falta de discriminación suele acarrearle desfallecimientos súbitos por la falta de proteínas de la ingesta, e incluso principios de envenenamiento. No obstante, su principal alimento lo constituyen las raíces que extrae de los árboles donde construye su santuario. Es aficionado a las bromas, que acumula machaconamente hasta que pierden la gracia, momento en que las lanza soberbiamente a los pequeños ungulados que se aventuran bajo su recóndita madriguera arbórea.

Una de sus rasgos más peculiares, y que es necesario tener en consideración, es la de estar provisto de un órgano especial, que él gusta denominar como “lo que no suena”, y que mucho tiene que ver con su amor por las raíces. Hay que advertir que no conviene tocárselo pues, en ese caso, su suave pelaje se transforma en una dura coraza de afiladas espinas y su afable comportamiento habitual se ve sustituido por otro más propio de un leopardo al que le han quitado la merienda. Cuando vuelve a su estado habitual, su natural pacífico le hace arrepentirse de su actitud, lo que le lleva a intentar autodisolverse, como penitencia.

Mala Mujer

Ejemplar de la familia de los trolls, y, por ello, susceptible de cambiar de aspecto a capricho. A tal fin, utiliza sin ningún escrúpulo los recursos que sustrae de las madrigueras existentes en internet, su hábitat natural. Poe ejemplo, se ha provisto de unas piernas de longitud imposible, obtenidas mediante un descarado uso del fotoshop, con las que se pavonea descaradamente en las redes sociales con la intención de atraer incautos varones.

Tiene una tendencia muy marcada hacia el erotismo compulsivo, que ejercita (o lo intenta) sobre todo con otros trolls, mostrando una gran debilidad por los individuos hirsutos de esta raza, sean lobos o militares, a los que intenta seducir con las habilidades más arriba indicadas. Cuando no lo consigue, utiliza para consolarse el onanismo literario, alumbrando relatos eróticos no muy logrados. Como hembra dada al exhibicionismo narcisista, trata de convencer a los que la contemplan de que es una pantera negra, aunque, al igual que otros especímenes del foro, se tiene por mucho más de lo que es en realidad. Estudios cientificos objetivos apuntan a una naturaleza felina, pero perteneciente a la familia felix silvestris catus.

Sus hábitos alimentarios muestran una acusada preferencia hacia el chocolate, que prefiere fundido y presentado sobre alguna zona interesante del cuerpo masculino. Ello no obstante, cuando el hambre aprieta no tiene inconveniente en zamparse una tortilla de patatas e incluso un bocadillo de mortadela. Desgraciadamente, esta tendencia a la gula le crea problemas de línea que le hacen alejarse cada vez más de su ideal de elástica pantera y caer decididamente en la naturaleza gato casero con sobrepeso.

HORRIPILANSFINDER


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Su hirsuto nombre esconde, en realidad, una subvariante de los calvinistae de ordenanza estricta, probablemente la más cercana al tronco original. Se caracteriza por una rigidez generalizada en las articulaciones, que le impide flexionar el cuello y las rodillas, lo que le ocasiona no pocos problemas para interactuar con el mundo. Son de una delgadez extrema, especialmente las hembras de la especie, más por convicción que por genética: en efecto, consideran que un solo gramo de grasa, adquirido, para más señas, mediante la ingesta de nutrientes apetecibles, sería un pecado de lesa ideología. Así, se alimenta ante todo de zarzas y abrojos, lo que no hace sus digestiones especialmente gratas. Sin embargo, ello les complace sobremanera, pues contribuye en gran medida a su extremo rigor intelectual y espiritual.

En coherencia con dicho sentido del rigor, tiene una absoluta adoración por el poder, enfureciéndose de manera harto llamativa cuando alguien se atreve a criticar o poner en duda la excelsitud de cualquier ser que ostente algún tipo de mando. Es entonces cuando se eriza, aumentando hasta dos veces su tamaño. Su nombre viene, precisamente, de esta característica, ya estudiada por Alfred J. Stoker, primer científico que emprendió (con gran riesgo de su vida) el estudio de una criatura hembra de la especie. La otra parte de su nombre (finder) es debida al feroz afán con que busca polémicas que le permitan irrumpir en el foro como un elefante (extremadamente flaco) en una cacharrería.

Se dice que la hembra de la especie tiene la costumbre de devorar al macho tras la cópula, pero Stoker insiste en que se trata de una leyenda urbana sin ninguna base científica. Hace hincapié, en cambio, en el afán, maniático pero mucho más presentable, con que prohija y cuida a los pequeños gusarapos desamparados que encuentra entre las zarzas que constituyen su alimento.

Frantic


Las Frantics son seres muy difíciles de encontrar debido a su extraordinario camuflaje natural, pero si alguna vez el desprecavido viajero se topa una, por supuesto de improviso, la primera reacción es de espanto, pues tiene ante si un ser parecido al Minotauro, poderoso, ávido de carne y sangre, que lo mira con ojos fijos y mueve la cabeza lentamente, quizás rumiando por que lado atacará, mientras bufa y rebufa, henchido de ira.

Sin embargo, el aterrorizado viajero no sabe que las Frantics son en realidad un linaje de los desaparecidos perezosos gigantes, que ha sobrevivido adaptándose a las difíciles condiciones de los Monegros y mimetizándose con su entorno. En este sentido, debe resaltarse que su parecido con el Minotauro es debido a la convivencia durante cientos de miles de años con los uros que campaban libremente por el entonces verde valle del Ebro. De ellos tomaron las formas y maneras, quizás algo bruscas y brutas, pero relativamente pacíficas, como corresponden a un herbívoro sensu esticto.

Desertificada la zona, y dominada por el recien llegado hombre (y mujer) de cromagnon, que en sus ansias alimenticias también acabaron con los rebaños de uros, las Frantics se encontraron ante un nuevo reto, esquivar a los hambrientos homínidos antes que acabaran también con ellas. Así, al igual que sus parientes pequeños del Amazonas, optaron por la simbiosis, y si a estos les crecen microalgas en el pelo que les dan una tonalidad verdosa, a los Frantics les crecen líquenes pardo rojizos en las crines, confiriéndoles aspecto de matorral o pedrusco. De aquí que sean tan difíciles de discernir y proporcionen no pocos sustos. Corren numerosas historias sobre este particular, desde la de los excursionistas que plantaron una tienda de campaña y durmieron sobre una Frantic, a la del viajero que se puso a orinar donde estaba comiendo un ejemplar de esta especie, cayendo todos ellos fulminados por el pánico ante la comprensible reacción iracunda de la criatura.

Ghazghkull Mag Uruk Thraka




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Este especimen sólo muy recientemente ha podido ser estudiado en profundidad. Durante muchos años, su horripilante aspecto de cyborg fuertemente armado, tan complejo como su nombre, ha disuadido incluso a los biólogos más arriesgados, por temor a sus presuntas ansias depredatorias.


Por fortuna para la ciencia, Indiana F. Barrie se atrevió en fechas recientes a desafiar el peligro, merced a los últimos avances en instrumentos científico-defensivos. Así, tras arduas investigaciones in situ pudo comprobar sin lugar a dudas que el formidable aspecto de este ejemplar es puramente virtual, un espejo creado gracias a la especial habilidad cibernética de la criatura.

En realidad, se trata de una araña diminuta, de la familia de la anacoreta de motas verdes, aunque sin la capacidad letal de esta última. Tiene, además, la característica singular de poseer muchas más patas de las ocho habituales en el resto de los arácnidos, aunque dada la rapidez con que se mueve no se ha podido determinar con exactitud cuántas sean. A falta de análisis de ADN, Barrie aventura la hipótesis de que dicha característica puede ser debida a una mutación provocada por el exceso de microondas a que en algún momento de su vida se vio sometido, dada su afición por devorar palomitas a todas horas.

No obstante, esta mutación, lejos de ser un inconveniente, le aporta claras ventajas sobre sus congéneres para desenvolverse en su hábitat natural, internet, así como para construir redes extraordinariamente extensas y eficientes con que atrapar su fuente natural de proteínas, con que complementa su dieta de palomitas: los pollos que, incautos, pululan por su hábitat, ajenos al peligro que los acecha. Barrie ha comprobado que, cuando va de caza, abandona su armadura virtual, sin duda porque su insignificantge aspecto real le ayuda a pasar desapercibido. Una vez capturada la pieza, suele devorarla después de asada. Curiosamente, mientras realiza la ingesta, proclama con chirriante vocecilla que tal alimento le desagrada sobremanera.

Mención aparte merece el especial cuidado –rayando en la manía- con que mantiene su amada red. Barrie ha documentado casos en que algún merodeador incauto (o no tanto) ha osado criticar su orden inmaculado o, mucho peor todavía, estropear una mínima parte de su delicada estructura, pudiendo comprobar cómo en tales supuestos, el Ghazghkull hace uso de toda su potencia virtual, transformándose en un remedo de Júpiter tonante con dolor de muelas, de tal forma que el desgraciado infractor no tarda en ser pulverizado por semejante poderío, disolviéndose en la nada.
 
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