HORRIPILANSFINDER


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Su hirsuto nombre esconde, en realidad, una subvariante de los calvinistae de ordenanza estricta, probablemente la más cercana al tronco original. Se caracteriza por una rigidez generalizada en las articulaciones, que le impide flexionar el cuello y las rodillas, lo que le ocasiona no pocos problemas para interactuar con el mundo. Son de una delgadez extrema, especialmente las hembras de la especie, más por convicción que por genética: en efecto, consideran que un solo gramo de grasa, adquirido, para más señas, mediante la ingesta de nutrientes apetecibles, sería un pecado de lesa ideología. Así, se alimenta ante todo de zarzas y abrojos, lo que no hace sus digestiones especialmente gratas. Sin embargo, ello les complace sobremanera, pues contribuye en gran medida a su extremo rigor intelectual y espiritual.

En coherencia con dicho sentido del rigor, tiene una absoluta adoración por el poder, enfureciéndose de manera harto llamativa cuando alguien se atreve a criticar o poner en duda la excelsitud de cualquier ser que ostente algún tipo de mando. Es entonces cuando se eriza, aumentando hasta dos veces su tamaño. Su nombre viene, precisamente, de esta característica, ya estudiada por Alfred J. Stoker, primer científico que emprendió (con gran riesgo de su vida) el estudio de una criatura hembra de la especie. La otra parte de su nombre (finder) es debida al feroz afán con que busca polémicas que le permitan irrumpir en el foro como un elefante (extremadamente flaco) en una cacharrería.

Se dice que la hembra de la especie tiene la costumbre de devorar al macho tras la cópula, pero Stoker insiste en que se trata de una leyenda urbana sin ninguna base científica. Hace hincapié, en cambio, en el afán, maniático pero mucho más presentable, con que prohija y cuida a los pequeños gusarapos desamparados que encuentra entre las zarzas que constituyen su alimento.

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