Las Frantics son seres muy difíciles de encontrar debido a su extraordinario camuflaje natural, pero si alguna vez el desprecavido viajero se topa una, por supuesto de improviso, la primera reacción es de espanto, pues tiene ante si un ser parecido al Minotauro, poderoso, ávido de carne y sangre, que lo mira con ojos fijos y mueve la cabeza lentamente, quizás rumiando por que lado atacará, mientras bufa y rebufa, henchido de ira.
Sin embargo, el aterrorizado viajero no sabe que las Frantics son en realidad un linaje de los desaparecidos perezosos gigantes, que ha sobrevivido adaptándose a las difíciles condiciones de los Monegros y mimetizándose con su entorno. En este sentido, debe resaltarse que su parecido con el Minotauro es debido a la convivencia durante cientos de miles de años con

Desertificada la zona, y dominada por el recien llegado hombre (y mujer) de cromagnon, que en sus ansias alimenticias también acabaron con los rebaños de uros, las Frantics se encontraron ante un nuevo reto, esquivar a los hambrientos homínidos antes que acabaran también con ellas. Así, al igual que sus parientes pequeños del Amazonas, optaron por la simbiosis, y si a estos les crecen microalgas en el pelo que les dan una tonalidad verdosa, a los Frantics les crecen líquenes pardo rojizos en las crines, confiriéndoles aspecto de matorral o pedrusco. De a

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